Me voy a romper el alma otra vez,

hasta que el mundo deje de toser.

Quizás sea vendiendo en la calle poesía mal redactada,
ofreciendo calcomanías que se degradan con la lluvia,
revolviendo la tierra con los dedos para que brote una semilla,
o cortando ramas con un serrucho desafilado.

Me rompo voluntariamente y de diversas formas a mi querida alma.
Por mis hijos,
por mi compañera,
por la injusticia,
por la traición,
por lo que amo
y también por lo que detesto.

Estoy obligado a vivir a pedazos,
a llorar en silencio,

a buscar los secretos que guardan los aviones
detrás de las nubes,

a invertir tiempo en la construcción de castillos de arena,
sin fosas ni cocodrilos,

a soñar como un caballo,

a escuchar delirios creativos,

a salpicarme el rostro con un charco de preguntas,

a saltar del barranco

aunque aterrice con el paracaídas cerrado.

Soy de los que nacieron adentro de un repollo hervido.
De los que le ladran a los perros, para conversar con alguien.
De los que caminan lento, cuando todos están apurados.
De los que no consiguen poner a las emociones en pausa.
De los que precisan cada tanto una transfusión de vino
para calmar los síntomas de la soledad crónica.

De los que a veces llegan tarde, a una reunión con ellos mismos.

De los que tienen una locura a cuerda,
y la piel tatuada con paisajes de otros mundos.

De los que invitan a bailar a la muerte
y a cantar al diablo.

Y a pesar de tener el alma deshecha,
a mi no me falta nada,
nací abrigado y abrazado,
y aún así, siempre estaré buscando algo.

Decime que a su manera todo es perfecto.

Decime que no va a ser imposible.

Decime que aún te queda un puñado de esperanza
en tu escondite.

Admití que va a ponerse difícil, 
y aún así el viaje va a ser hermoso.

Admití que el cielo no es color de rosa
y que el infierno no es tan encantador.


Decime que el esfuerzo vale la pena
y que la pena vale ese esfuerzo.

Decime que si soñas vas a estar despierto.

Que aunque falles vas a dar lo mejor de vos mismo.

Que no es una fábula este cuento.

Que la magia existe.

Que los milagros suceden.

Decime que el amor lo llevamos todos bien adentro,

y que se escapa por cada poro

cuando nos alejamos un paso del egoísmo.

Abrazame cuando te haga falta,

mientras irremediablemente nos perdemos

en este laberinto de intentos fallidos.

Quién es dueño de la tierra?

¿Por qué la gente no construye su propio hogar?

¿Cuántas veces la clase media va a estar boyando de alquiler en alquiler?

¿Por qué estar hacinados entre supermercados y avenidas embellecidas con arboles podados y enfermos?

¿Quiénes pueden comprar un pedazo de tierra con acceso a servicios?

¿No es acaso esta, una gigantesca problemática invisible que nos atraviesa como pueblo?

¿En que cajón quedo olvidado el derecho a la vivienda digna que tanto reza la constitución?


  Somos la generación de la comunicación instantánea y la marginalidad territorial. Sembramos industrias, producimos alimento en abundancia, y continúan muriendo personas de hambre. El mundo se polariza económicamente a grandes rasgos, y la migración rural-urbana ha llegado al punto de crear megalópolis que están destinadas a no garantizar un estado de bienestar general.

  No podemos acceder legalmente a la tierra, porque su valor es cada día mas elevado, y los salarios son cada vez más flacos. Entonces debemos actuar utilizando otros principios, debemos legitimar nuestros derechos ocupando un lugar en el mundo, porque nos pertenece, como miembros inexorables de esta nave planetaria.

  Es la convicción y la consecuente acción, aquello que produce el cambio. Tomar un terreno baldío y/o fiscal, en un sitio apartado (y no dentro de una ciudad, porque sería repetir el modelo), es sin dudas, un brote de esperanza entre tanta incertidumbre e injusticia. Y eso no es arrebatarle algo a alguien, como en el caso de la colonización o la expansión de la Argentina, sino ocupar un sitio que no pertenece a nadie. Ese es el inicio de un largo camino de aprendizaje y recopilación de memoria ancestral, donde el individualismo puede continuar siendo el vecino de la comunidad. Porque esperar políticas de organización territorial sentados en el banco suplente, no nos lleva a ningún lado.

 El momento es ahora, el verdadero cambio es de mentalidad. Podemos acceder a la tierra, disfrutarla, construir viviendas que se adapten al entorno, haciéndolas en gran medida utilizando materiales circundantes y reciclados, producir alimentos, abastecernos de electricidad con paneles solares, conservar el agua de lluvia, plantar frutales, tener una vida de sol, aire libre y lazos humanos reales.

  Llegar a estas conclusiones y determinación, me llevó algunos miles de kilómetros, y convivencias, a lo largo de varios países sudamericanos y sus diversas culturas. No estamos en la época del feudalismo, pero muchas cosas, de todas formas son de carácter similar. 
  En América Latina y el Caribe, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la población rural asciende a los 121 millones de personas, lo que corresponde al 20% de la población. Las mujeres, representando la mitad, son propietarias tan solo del 2% de la tierra. En Argentina hay conformados actualmente más de cuatro mil barrios populares, como consecuencia de esta situación. Y no son de hecho actos llevados a cabo solo por gente económicamente pobre, sino incluso por profesionales o familias con empleo. Porque el abismo social es tan grande que muchas personas toman la iniciativa de la auto-construcción, reconociendo que la toma es una forma de hacer justicia.




La lucha del ser humano es y ha sido siempre la misma, la tenencia de la tierra y la posesión de sus recursos. Y ya es hora de dejar de luchar, en este planeta hay espacio y alimento de sobra para todos, es tiempo de reconciliarnos, empoderarnos y construir, más allá de los barrotes del egoísmo. Y quién no avale dichas determinaciones, que sea libre de crear su propia iniciativa.

Cuando voy a dormir

es cuando mas me despierto


A pesar del miedo

debo ir adonde soñé haberte conocido

Atravesaré el portal

Invocaré tu nombre

Le pediré consejos a la sombra de la luna


Si respondes, abriré mi corazón

Si aullás, ladraré mis deseos

Si lloras, sabré que es demasiado tarde


Entonces no habrá más opción

que romper a patadas el espejo,

despertar en llanto

y sentarse a esperar a que el próximo tren

no se demore otros mil años

en detenerse frente a mis ojos.



 Aprendí a leer gracias a un pelotazo en la cara


Aprendí a compartir gracias a una patada en las bolas

Aprendí a caminar gracias a una cachetada bien puesta.


Los viejos dicen que aprendemos a los golpes,

y los jóvenes afirman que al tener memoria de nuestra vida pasada,

lloramos al nacer.

Somos esa naturaleza violenta de múltiples colores
que responde inconscientemente a un orden mayor.

A nada le damos sentido
salvo a nuestras emociones.

Una cachetada en la infancia,
la vamos a llevar puesta toda la vida.

Exigimos amor
brindamos en cómodas cuotas perdón
y escodemos el anillo de oro
en los bolsillos.

Tenemos un espíritu salvaje
invisible a los ojos de la razón.

Explotamos de vida
mientras jugamos a la escondidas
con la muerte.

Le declaramos la guerra a todas las especies
y nos autoproclamamos seres pacíficos.

Aquello que el humano considera una catástrofe
es para el universo
equilibrio

 



 


 

 


 Llenar la jaula de comida, espejos y pantallas

Beber jugo con saborizante artificial

Tener muchos amigos en las redes sociales

y muy pocos en la vida real

Saber de futbol, pero nunca jugarlo

Exponerse al sol para sentir una insalubre belleza

Votar a los mismos forros de siempre

Tener sexo con la frialdad de una máquina tragamonedas

Creer que las colillas son semillas

Leer libros que te ensenen a volverte mágicamente rico

Saber a cada instante la hora aunque no haya nada para hacer

Comprar un paquete turístico e ir disfrazado de turista

Estudiar para ser alguien, de buen sueldo, en la vida

Seguir creyendo que los noticieros cuentan la verdad

Conseguir dinero para que otras personas solucionen

todos nuestros problemas

Donar litros de sangre a los gobernantes

Nunca jamas regar un planta

Tener muchas mascotas,

pero no pensar en tener ningún hijo

Habitar ciudades y evitar los pueblos

Obedecer lo absurdo

Prohibir lo necesario

y permitir que una minoría sea dueña de todo

Dejar comida en el plato para alimentar a los basurales y a los pobres

Pagar los honorarios de un psicólogo

y regatear los precios de un vendedor ambulante

Sonreír por compromiso

Hablar por la espalda

Saludar para quedar bien

y opinar aunque no se tenga idea


Alistarse en el ejercito de boludos que defienden las fronteras

económicas de empresarios inescrupulosos y políticos corruptos

Continuar cavando una tumba sin recibir ayuda de nadie

Quitarse de encima a los insectos

Vender humo, chamuyar en grande

Matar a un galán con la billetera

Llorar y estar triste cuando no haya testigos

Continuar viviendo un lento suicidio

en el rincón de un cuarto oscuro


Medio dormido fue a la Quiniela,

aposto a sus números con bastante pereza.

Gano, gano mucha guita,

pero le dió paja ir a cobrar

porque adentro y afuera

no dejaba de llover.


El pronóstico anunciaba para toda la semana,

la misma tristeza.

A mi me gustaría saber que esta pasando Marta. Las últimas veces que fui a tu casa vi un helicóptero estacionado en el techo, y un submarino haciendo rondas en la pelopincho del patio. Cada vez que voy al baño, me encuentro a esa extraña pareja de monjes tibetanos teniendo relaciones sexuales en la bañera. También me gustaría saber porque hay media docena de militares armados jugando sin descanso a la playstation en el living. Y no quiero parecer entrometido, ni juzgar a tus nuevos amigos, pero desde que hay tanta gente viciosa jugando al poker en el dormitorio, no duermo ni descanso un carajo. Esto así, a mí, no me funciona, y me hace pensar que, quizás Marta, estes metida en algo raro. 


O tal vez sea yo, quién no soporte los pequeños cambios.